En Mentapoleo.net, hay recuerdos que son universales, que huelen a goma de borrar y a bollito envuelto en papel de aluminio. Y si hablamos de iconos de la infancia, hay uno que lo une todo: el famoso anuncio de Donuts.
Seguro que lo recuerdas: el niño que, de camino al colegio, va mordisqueando su bollo hasta que, absorto, se da cuenta de que ha olvidado la cartera… o el Donut. Un drama infantil que, con su humor inocente, nos recordaba la importancia de tener la energía (y el azúcar) necesaria para la doble jornada escolar.
Este artículo es un homenaje a esa época de horarios partidos, uniformes de tergal y, sobre todo, a las meriendas épicas que nos daban la vida.
1. La Cartera, el Donuts y la época escolar indivisible
El anuncio de Donuts no solo vendía un bollo; vendía un momento social. Apuntaba directamente al corazón de una estructura escolar que hoy parece de ciencia ficción para muchos: el horario de mañana y tarde.
- El Ritual: Ir al colegio a las 9:00, volver a casa (a veces corriendo, a veces andando) a la hora de comer, y regresar al centro a las 15:00 o 16:00 para la jornada vespertina. Era un día largo, y la merienda no era opcional; era una necesidad energética.
- El Mensaje del anuncio: La pequeña catástrofe del niño que olvida un objeto esencial (el Donut o la cartera) resonaba porque simbolizaba la lucha diaria contra el despiste y el apetito que generaban tantas horas de pupitre y patio. Te recordaba que la concentración, o la energía, podía esfumarse en un solo bocado.
2. La merienda de la EGB: El combustible del recreo
Antes de las barritas energéticas y los snacks dietéticos, la merienda era un festival de carbohidratos, grasa y creatividad materna. Era un acto de amor envuelto en papel de estraza o de aluminio.
Las reinas de la merienda nostálgica:
- El bocadillo de Nocilla (o Tulipán): La cumbre del placer. El ritual de untar la crema de avellanas con el cuchillo (y, si eras un héroe, doblar el pan para que la crema llegase a cada rincón) era sagrado.
- El pan con chocolate: Simple, efectivo y potente. Cuanto más duro y oscuro el chocolate, mejor. La versión moderna del Snack perfecto.
- La fruta (con contraste): No, la fruta no era siempre la protagonista, pero la manzana o la naranja cortada por tu madre era el contrapunto necesario para el festival de azúcar.
- El Donuts (El Icono): Cuando no venía envuelto en la bolsa de papel, venía en su envase original, garantizando la perfecta integridad de su glaseado. Era un objeto de deseo, casi un símbolo de estatus en el recreo.
3. De la merienda sólida a la ‘Perra Gorda’
El valor de la merienda no era solo nutricional; era económico y social. En esa época de horarios largos, a veces el bocata se quedaba corto, o simplemente querías una chuchería.
Y aquí es donde nuestros artículos se dan la mano. Recuerdas que en Mentapoleo.net hablamos de las antiguas monedas, de la «perra gorda» y de la «rubia»?
Si te sobraba una perra gorda (10 céntimos de peseta) o tenías una perra chica, ese dinero iba directo a la tienda del barrio. Podías conseguir unas pocas chuches (o, como diríamos en la trama Koldo, una mini-chistorra comestible) para el camino a casa, añadiendo una nueva capa de placer al día.
El dinero era tangible, y el precio de las chuches era una lección de economía básica que complementaba el menú de la merienda.
4. Conclusión Mentapoleo: Rescatando el sabor de lo simple
El anuncio de Donuts nos hizo sonreír, pero nos recuerda algo vital: la importancia de los pequeños placeres para afrontar la rutina.
Hoy, que los niños están pegados a las pantallas, la merienda se consume a menudo de forma individual. Recuperar el espíritu de esa doble jornada es invitarles (e invitarnos) a pausar el día. A disfrutar de un snack sin prisas y a compartir el momento, con o sin bollito.
Y tú, ¿cuál era tu merienda-bomba favorita para aguantar la tarde? ¿Eras del Donuts o del Bocadillo de Salchichón? ¡Déjanos tu recuerdo con sabor a EGB en los comentarios!
