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Mentapoleo y el botiquín de los 80

Sin Dalsy ni Apiretal, la medicina de los 80 era un ritual (y el remedio tenía que escocer para ser bueno)

Si hoy los botiquines infantiles parecen diseñados por un estudio de diseño nórdico (con sus jarabes de colores y sus parches discretos), en los 80 nuestro botiquín era un cofre de guerra: un arsenal de remedios químicos, envases de metal y el inconfundible olor a alcohol y Mercromina.

En Mentapoleo.net, no es que reivindiquemos pero, si dar a conocer esa época donde el medicamento no era un placer, sino una prueba de carácter. La medicina no era rápida ni dulce; era lenta, visual y, si no escocía, no funcionaba.

Hablemos de por qué nuestro botiquín de los 80 era el epítome de la Cultura Lenta y Química.

1. El antiséptico químico: La marca de los 80

Olvídate de la povidona yodada o la clorhexidina. En los 80, cualquier herida (desde un rasponazo de rodilla hasta un corte serio) requería un ritual ineludible:

  • La Mercromina (el rubí líquido): Era el rito de paso. Un líquido rojo cereza, bacterioestático y de dudosa eficacia científica (pero de gran impacto visual) que te teñía la piel durante días.
    • El Legado Slow: La mancha roja era la prueba social de que habías jugado y te habías caído. Era la cicatriz visible que te obligaba a tomarte la curación con paciencia, porque la mancha no se iba con prisas. Era el slow healing por excelencia.
  • El alcohol de curar (el desinfectante del drama): Se usaba para limpiar las heridas antes de la Mercromina, provocando el famoso grito que anunciaba al barrio que habías tenido un accidente.

La filosofía Mentapoleo: Antes, el remedio tenía que ser una experiencia brutal. Si el desinfectante no te hacía saltar, tu herida no era lo suficientemente grave, y tu madre no te había curado bien. El dolor era la medida de la eficacia.

mercromina

2. El Paracetamol líquido vs. el jarabe de metal (la cultura del envase)

Hoy, el ibuprofeno y el paracetamol vienen en formatos líquidos, medidos con jeringuillas y con sabores que disimulan el químico. Pero en los 80 teníamos nuestros propios artefactos de culto:

  • La Aspirina infantil (la píldora de oro): Pequeñas píldoras de sabor ligeramente dulce que se tragaban con agua o se disolvían. Eran el ibuprofeno de la época.
  • El mítico jarabe de cuchara: Los jarabes venían en botellas de cristal o metal que requerían la cuchara de sopa de la cocina como herramienta de dosificación.
    • El ritual: La madre cogía la botella de cristal oscuro, la cuchara, y tú te preparabas mentalmente para el sabor intragable. La dosis no era precisa, era «lo que cabía en una cucharada». Esto es medicina analógica en estado puro.
vicks vaporub

3. Otros tesoros Slow del botiquín de guerra

Nuestro botiquín era un gabinete de curiosidades médicas que hoy harían temblar a la OMS:

  • Vick VapoRub: El ungüento milagroso. Se usaba, y se usa, para el resfriado, pero probablemente servía para curar el mal de ojo o un pinchazo. El ritual de untarte el pecho antes de dormir y respirar ese potente olor era un acto slow que te obligaba a reposar.
  • Termómetros de mercurio: La paciencia necesaria para esperar que la columna de mercurio subiera y la habilidad de sacudirlo sin romperlo era una destreza de la EGB. La espera de la temperatura era una agonía lenta.
  • El algodón de la caja azul de metal: Siempre se desenrollaba mal, y la madre terminaba enrollándote una gasa alrededor del algodón para fijarlo. Un remedio casero y lento, que contrastaba con el apósito adhesivo moderno y rápido.

Conclusión Mentapoleo: La medicina que te enseñó a esperar

Nuestro botiquín nos enseñó que la vida y la curación eran lentas. No existía el alivio instantáneo del Dalsy. Existía la espera de la Mercromina, el escocimiento del alcohol y el reposo forzado bajo la influencia del VapoRub.

El botiquín de los 80 era un reflejo de una cultura que no tenía prisa por curarse y que entendía que el proceso, aunque duro y químico, era parte ineludible de hacerse mayor.

Y tú, ¿qué producto de aquel botiquín te hacía temblar las rodillas? ¿Eras de Mercromina o de cristalizar la herida con el líquido ese amarillo? ¡Déjanos tu peor herida curada químicamente en los comentarios!

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